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Carta a mi “yo docente” del futuro. Camila.


Hoy tengo, o tenemos, 22 años y casi 3 años de carrera completos. ¿Está bien si escribo en plural? Me cuesta pensarme en un futuro como en tercera persona, porque realmente espero seguir siendo y sintiendo lo que soy y siento hoy por hoy. Pensar en nuestra formación docente siempre me lleva al 2015, cuando en plena crisis existencial decidimos que Arquitectura no era lo nuestro y elegimos esto, la docencia. ¿Cuántas caras de decepción vimos cuando contamos que íbamos a dejar esa “gran carrera” para entrar en un terciario? Todavía duele en el fondo cuando lo pienso, más aún cuando algún/a adultx mayor de la familia nos pregunta cómo vamos en la carrera y notamos que no les interesa ni un poco lo que tenemos para decir, porque lo único importante es preguntar “¿Pero después podés hacer algo más, no? Alguna licenciatura, o doctorado, para trabajar en otro lado…”. Espero que para cuando estemos leyendo esto de nuevo, ya no duela.
Pero mi objetivo acá es poner en juego nuestras convicciones, el amor por lo que estudiamos, el placer de saber que estamos haciendo lo que nos gusta. Quiero juntar ese dolor o esa bronca por el desprestigio de nuestra profesión para reivindicarla. Quiero que cuando leamos esto dentro unos años sepamos que hicimos y hacemos algo que tiene un valor inconmensurable. Quiero que, cuando nos pesen las trabas sociales o estatales, cuando la situación se ponga difícil, cuando sintamos que ya no tenemos herramientas para afrontar ciertas cuestiones a nuestro alrededor, leamos esta carta y recuperemos las fuerzas necesarias para seguir, sabiendo que, la educación es el derecho más importante de todx ciudadanx y que nosotras, docentes, tenemos el enorme y gratificante trabajo de hacerlo valer.
No te olvides nunca que la escuela está inmersa en un entramado de relaciones de poder y dominación y que es necesario entenderla desde ese lugar. Dentro de la escuela, dentro de la educación, nada se da porque sí. Que lxs docentes seamos el enemigo común no es algo casual, que quieran evaluarnos no es casual, que nuestros reclamos se desestimen, tampoco. Y si tenés dudas de eso, recordá aquellas sugerencias del Banco Mundial para llevar adelante la educación en Latinoamérica y comparalas con todas aquellas medidas que viste ponerse en marcha durante tus años de formación…
Esta escuela inmersa en una perspectiva relacional nos obliga a tener una postura política, y decir con mucha fuerza que, como docentes, ¡jamás seremos neutrales! Luchamos constantemente contra una hegemonía que todo lo domina, donde prevalecen intereses personales y políticos que generan un pensamiento único que penetra en el sentido común de la sociedad. Por eso es siempre importante nuestro posicionamiento en el aula. Esta hegemonía atraviesa a la escuela, a lxs alumnxs, a la producción del conocimiento y a nosotrxs docentes. Nunca dejes de lado la consciencia sobre los compromisos ideológicos que aceptás y promovés día a día. Que no te de vergüenza ser una docente con convicciones, con la confianza para expresar dentro del aula tus ideas: lxs pibxs quieren tener en frente una persona real, con ideas y sentimientos, no te muestres ajena a lo que pasa en la sociedad y mucho menos ajena a lo que le pasa a tus alumnxs.
Salgamos del encasillamiento, el aprendizaje no se reduce a la adquisición de conocimientos académicos, porque como alguna vez nos dijo nuestro docente del secundario “primero vas a ser profesora, y recién después, profesora de matemática”. Nos costó entenderlo, pero hoy sé, y espero no haberlo olvidado para cuando leamos esto, que más allá de lo matemático, enseñamos valores, formamos sujetos críticos, con deseos de acción. Y por sobre todo, teniendo en cuenta que nos vinculamos con pibxs que están inmersxs en un contexto que lxs atraviesa en todo sentido, no podemos ponernos en meritócratas. Y la clave está en que esto no lo sepamos solo nosotras que estamos frente al curso, sino también que lo entiendan ellxs para que revean de forma objetiva la manera en que se vinculan entre sí.
Como decía antes, nunca nos corramos del eje que entiende a la educación como un derecho y no como un privilegio para unxs pocxs. Y desde esa perspectiva, no olvidemos que, como todo derecho, es un proceso provisorio; por eso, debemos luchar día a día por reivindicarlo, porque se cumpla, por no perderlo… Quizás dentro de unos años, cuando leamos esto, la educación esté siempre en los primeros lugares de la agenda estatal, pero la realidad es que hoy las políticas públicas están bañadas por luchas y disputas de intereses propios y sectoriales y estos conflictos pujan para ganarse los primeros puestos de la atención estatal. Por eso mismo, nunca bajemos los brazos, hagamos fuerza para que la educación esté siempre arriba de todo.

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