[Camila: en primer año de la carrera, mi docente de Prácticas, Claudio
Luraghi, incluyó en la bibliografía para la cursada un texto de su autoría: “Desde la escuela de la Modernidad a la
escuela de la actualidad. Notas para pensar una escuela inclusiva”(1) . En el mismo, relata ciertas cuestiones y características de la
escuela en sus orígenes y va realizando un recorrido histórico hasta la escuela
de hoy en día. Un texto interesante y que recomiendo ampliamente. Pero hay un
subtítulo en particular que fue el que más llamó mi atención. Éste hablaba
sobre la idea de vocación aplicada al docente en los orígenes de la escuela en
nuestro país. Nunca más volví a escuchar la palabra “vocación” sin prestar
máxima atención a la connotación que el/la hablante le da al término. Cuando
analicé su relación con lo trabajado en clase acerca de la hegemonía, no dude en
compartirle el texto a Bruno.]
VOCACIÓN
Del lat. vocatio, -ōnis 'acción de llamar'.
1. f. Inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión.
2. f. advocación.
3. f. Inclinación a un estado, una profesión o una carrera.
Del lat. vocatio, -ōnis 'acción de llamar'.
1. f. Inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión.
2. f. advocación.
3. f. Inclinación a un estado, una profesión o una carrera.
Estas son las definiciones que el
diccionario de la RAE nos ofrece. Su significado etimológico es bastante claro,
pero obviamente, no es el mismo significado que se le da socialmente. Hay
cierta idea hegemónica acerca del término que puntualmente en el ámbito
educativo atraviesa a todas las instituciones, a lxs educadorxs, a lxs alumnxs
e incluso a sus padres y madres. Lxs docentes (y docentes en formación, como
nuestro caso) no somos simples trabajadorxs ante los ojos del resto, tenemos
una carga extra y esa es la que nos pone la lupa encima cuando reclamamos
derechos, salarios dignos, buenas condiciones de trabajo, entre otras cosas. No
podemos darnos ese “lujo”, nosotrxs debemos confinarnos a las aulas.
“El ser docente por vocación y la necesidad de la misma como único
valor para justificar tanto la elección de la carrera como la “virtud”
necesaria e innata para ser un buen docente (…) Hablar de vocación en la
docencia nos remite a la influencia que ha ejercido la lógica eclesiástica
sobre la educación escolar. El concepto de vocación es propio del ámbito
religioso, y como dijimos anteriormente, fue traspolado al ámbito escolar como
uno de los tantos modos de negar el estatus de trabajadores a los docentes,
pues un docente con vocación no reniega ni protesta de sus condiciones de
trabajo ni por cuestiones salariales, por lo tanto no se agremia ni reclama por
sus derechos”. El momento clave del texto de Luraghi que nos hace
replantear todo lo que creíamos acerca de la vocación y a la vez, nos hace dar
cuenta cómo el término se fue subjetivando e instalando en el imaginario social
como sinónimo de “devoción”. Si bien el párrafo habla acerca de los comienzos
de la escuela en nuestro país, no vemos muchos cambios al respecto. Cansadxs
estamos de enfrentarnos ante personas que consideran que debemos soportar
cualquier cosa porque somos lxs encargadxs de educar a lxs chicxs. Y es
entonces donde reconocemos que la idea de vocación es sumamente hegemónica, y
solo quienes lo vivimos “desde adentro” podemos reconocerla (y ni siquiera
todxs lo consiguen…).
Cuando nos dispusimos a buscar un
poco más de información al respecto, encontramos varias notas y ensayos donde
se analiza la idea de “vocación docente”. Si bien en estos se habla acerca de
cómo fue mutando la idea que se tiene al respecto, siempre caen en el hecho de
que se necesita algo de vocación para poder llevar a cabo cualquier tarea
profesional. En la nota adjunta(2), una de las tres docentes expone
cuestiones tales como “Es la vocación la
que en medio de tanta adversidad empuja a tantos docentes en el país a
continuar enseñando (…) Quien tiene verdadera vocación se plantea
la excelencia como meta, cree en el perfeccionamiento”. No lo vemos
así, en lo personal, lo que nos moviliza a seguir adelante en nuestra formación
docente es el compromiso con la educación, con lxs alumnxs, con la sociedad. Y
ese compromiso es producto de las relaciones que fuimos teniendo en estos años,
producto de lo que aprendimos, de lo que vivenciamos en las escuelas durante
nuestras prácticas, de lo que hablamos con y aprendimos de nuestrxs docentes. Probablemente,
otro sería el resultado si hubiéramos estudiado en otro instituto y con otrxs
docentes.
[Llegado este punto, queremos hacer una aclaración respecto a nuestras
ideas individuales en torno a este tema. Y es que si bien ambxs reconocemos que
hay una idea de “vocación” hegemónica que atraviesa a nuestra sociedad y que
nos juega todavía una mala pasada a la hora del reconocimiento como trabajdorxs
que necesitamos, diferimos en un punto: Bruno cree que, algunas veces, aunque quizás
no es lo más común, la vocación y la profesión coinciden. Él considera que sí
existe la vocación (que igualmente se va construyendo y formando con el
tiempo), en el sentido de que todxs nacen para ser o hacer algo. Cree que todxs
tenemos un propósito para el cual vinimos a este mundo. Puede suceder que
algunxs nunca encuentren esa coincidencia, mientras que otrxs pueden
encontrarla en distintos momentos de su vida. Por su parte, Camila no comparte
la idea de que “nacemos” para ser o hacer algo, sino más bien, que es una mera
construcción, absolutamente personal, pero vinculada con el contexto en el que
nos movemos. El encontrar un oficio o profesión con la cual nos sintamos
plenamente felices no le parece el resultado de una coincidencia entre su
elección de trabajo y algo con lo que haya nacido. Si bien la idea a la que
apunta este escrito la compartimos, no nos parecía correcto pasar por alto las
ideas personales de cada unx, porque es esa diversidad la que nos enriquece.]
Otra de las notas que leímos(3),
se relaciona en varios aspectos directamente con el texto que nombrábamos al
comienzo. Por un lado, apunta a la feminización del trabajo docente en los
comienzos de la escuela: “la idea de
vocación gravitó con fuerza en los comienzos de la escuela y fue determinante
para que la mayoría de las docentes fueran mujeres. ‘Se pensaba que
eran mejores educadoras. En primer lugar, porque ellas crían a los hijos.
También porque se les podía pagar menos. Y en tercer lugar, porque la docencia
era concebida como una tarea de mera transmisión del conocimiento; se creía que
la escuela sólo reproducía el saber’”. El contrato que se expone en el
texto de Luraghi es un claro reflejo de la cita expuesta, y proponemos la
siguiente pregunta: ¿cuántos docentes hombres (maestros de grado, no profesores
de secundaria) han conocido a lo largo de su vida?, a nosotrxs nos sobran los dedos
de una mano… Y es que si bien la idea que se plantea cambió mucho desde la
escuela de la Modernindad a la actualiad, la docencia, sobretodo primaria e
inicial, se sigue viendo como “cosa de mujeres”. Quizás las justificaciones no
sean las mismas, pero nuestra sociedad todavía no salió de ese globo
hegemónico.
Por otro lado, lxs entrevistadxs
en esta última nota, tienen una mirada mucho más cercana a la nuestra al
respecto de la idea de vocación. Emilio Tenti Fanfani, plantea entender la docencia como una “actividad profesional altamente calificada y
al mismo tiempo vocacional. Pero con la vocación entendida básicamente como
compromiso moral con el bienestar y la felicidad de las nuevas generaciones". Y
es esa idea que él tiene de vocación la que nosotrxs llamamos anteriormente
“compromiso”. Ésta podría ser la idea hegemónica que la sociedad tenga de la
vocación docente, en vez de la actual “devoción”. Si bien la nota en algún
momento plantea que “son nuevas maneras
de nombrar la vocación: entusiasmo, confianza, servicio.” (destacamos que quien considera esto
es el/la periodista y no algunx de lxs entrevistadxs) y el concepto de “servicio” vuelve a jugar
como arma de doble filo a la hora de exigir derechos, preferimos quedarnos con
el final de la misma, donde Faustino Larrosa Martínez considera que “el concepto de vocación puede ser
reemplazado por el de profesión porque, al tiempo que se aceptan deberes, hay
que exigir derechos para poder cumplir con las obligaciones”.
(1) Texto C. Luraghi: https://drive.google.com/file/d/1X1w9KuQyOz1snDBhA0SMgdkE776jr769/view?usp=sharing
(2) Nota diario Clarín:
https://www.clarin.com/suplemento-educacion/vocacion-docentes_0_Bksg3mUsv7e.html
https://www.clarin.com/suplemento-educacion/vocacion-docentes_0_Bksg3mUsv7e.html
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