Comenzamos la unidad haciendo
foco en el hecho de que la escuela se encuentra inmersa en relaciones de poder
y dominación. Por lo tanto, hay que abordarla desde una perspectiva justamente
relacional. Éstas relaciones necesitan de un sistema de significados que las legitimen, ideologías que se disputan
entre sí y se imponen. Como plantea Geertz, la ideología “tratada como un
‘sistema de interacción de símbolos’ que proporcionan el modo primordial de
hacer que ‘sean significativas unas situaciones sociales que de otro modo
serían incomprensibles’”. Éstas posturas
ideológicas se encuentran contenidas en lo que conocemos como hegemonía, un
conjunto de prácticas, expectativas y valores que reconfirman la manera que
tenemos de ver las cosas y actúa de forma tal que no podemos pensar por fuera
de ella, al contrario de la ideología que sí es explícita. Las prácticas
hegemónicas que le dan sustento a las relaciones de poder y dominación están a
su vez sustentadas por ciertos “signos míticos” o “mitos”. Como explicábamos en una entrada anterior,
estos son “mitos modernos que ‘no son mitos por su contenido, sino por su
forma, por la manera en que se estructuran y circulan’. Barthes plantea que
estos mitos parten de un sistema de signos ya existente y lo utilizan para
operar con ellos: quien(es) producen los mitos transforman el signo en
significante y se le agrega un significado. Por lo tanto, no se “limpia” por
completo el signo original, sino que se parte de él, cambiando cierta parte de
su significado para dar origen al mito o signo mítico. Es esto lo que permite
que el mito penetre en el imaginario social (o en parte de este) y se
propague”.
Éstos signos míticos que
sustentan muchas prácticas hegemónicas, coloca a lxs docentes en una lucha por
los significados, en una disputa. Esto se debe a que, si entendemos que hay
ideologías explícitas y significados implícitos que atraviesan a la sociedad,
debemos concluir también que atraviesan a la escuela y a la educación como
engranajes de dicha sociedad. De esta forma, podemos repensar el lugar del
conocimiento en la educación, entender que éste no es neutral en lo absoluto,
ni tampoco objetivo respecto a la sociedad. Debemos preguntarnos de dónde
procede, a quién pertenece, cómo circula y a quién beneficia dicho
conocimiento. Por lo tanto, no hay posibilidad de un acercamiento objetivo a la
realidad.
Ahora bien, ¿qué implica entender
a la escuela desde una perspectiva relacional y a su vez a lxs docentes como
parte de esa escuela e inmersxs en esta disputa por los significados?
Básicamente, implica reconocer que la escuela tiene una postura política y que
lxs docentes que la conforman también. Por lo tanto, así como decimos que el
conocimiento no es neutral, tampoco lo son lxs docentes. Entender que la
escuela, lxs docentes y el conocimiento se encuentran atravesados por la
hegemonía obliga justamente a estxs docentes a “ser más conscientes de los
compromisos ideológicos y epistemológicos que aceptan y promueven en su
actividad”, sobretodo dentro del aula en relación con lxs alumnxs. Ante esto,
es clave el posicionamiento que el/la docente tome, y ahí entran en juego los
“tipos de profesorxs y trabajadorxs de la educación” que nombran Giroux y
Aronowitz: acomodáticos, hegemónicos, críticos e intelectuales transformadores.
En lo personal, buscamos como futurxs docentes tener las características de
estos últimos, ya que nos formamos con el objetivo de desarrollar un
pensamiento crítico que luego podamos llevar a las aulas para que nuestrxs
alumnxs tengan la posibilidad de desarrollarlo también. Si somos capaces de
reconocer ciertas prácticas hegemónicas que nos atraviesan, es importante poder
luchar contra ellas. Y es desde ese rol para nada neutral que debemos abordar
la educación y la relación con lxs alumnxs, para que ellxs también puedan
reconocerlas y así decidir si desean intervenir o actuar ante ellas.
Pero lo hegemónico no solo
influye en la forma en que se construye el conocimiento, sino que también
atraviesa a la educación desde otros aspectos. Los mitos no solo giran en torno
a cuestiones de economía y política, sino también en cuestiones sociales. En
una entrada anterior hablábamos de los
mitos en torno a la pobreza y ese es otro de los aspectos que interfieren
directamente en la realidad de las escuelas y ante la cual, claramente, el/la
docente debe tomar una posición subjetiva. Debemos entender que la pobreza y la
exclusión no son una decisión propia de quienes la transitan, sino consecuencia
de un sistema económico y social de un determinado momento y lugar. Es clave la
postura de lxs docentes frente a las distintas realidades que se pueden
presentar dentro de las aulas, para no ser ajenxs a estas y saber cómo
intervenir al respecto, tanto a la hora de elegir recursos para trabajar cierto
conocimiento especifico de la materia que dictan, como también cómo trabajar
aquello que podríamos encuadrar en el “currículum oculto”.
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