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“¿Se enojarían con una nena que les hizo pis en el bidet porque nunca había visto un baño?” MITOS SOBRE LA POBREZA QUE ENCUBREN LA FALTA DE EMPATÍA.


En la última clase estuvimos trabajando acerca de los mitos que atraviesan a nuestra sociedad hoy en día. Mitos modernos que “no son mitos por su contenido, sino por su forma, por la manera en que se estructuran y circulan”. Barthes plantea que estos mitos parten de un sistema de signos ya existente y lo utilizan para operar con ellos: quien(es) producen los mitos transforman el signo en significante y se le agrega un significado. Por lo tanto, no se “limpia” por completo el signo original, sino que se parte de él, cambiando cierta parte de su significado para dar origen al mito o signo mítico. Es esto lo que permite que el mito penetre en el imaginario social (o en parte de este) y se propague.
Conocidos son para nosotrxs los mitos que se crean en torno a la educación y en torno a la pobreza. Son los que más abundan hoy en día en nuestro país (y en toda América Latina) y los que lamentablemente más rápido circulan y se instalan.
Queremos hacer foco en los mitos modernos relacionados a la pobreza y cuando nos ponemos a investigar un poco, las primeras notas y entrevistas que aparecen son sobre Mayra Arena. Ella es una joven de Bahía Blanca que hace un tiempo atrás se hizo conocida por contar su historia personal en un relato de Facebook. Es una piba más de lxs tantxs que crecieron en la marginalidad y pobreza absoluta. Pudo terminar la escuela, estudia Ciencias Políticas y usa su propia experiencia para hablar sobre pobreza y hacernos tragar todos los prejuicios. Es toda una mitóloga, diría Barthes.
Elegimos su primera charla en TED y una entrevista que le hicieron tiempo después ante la repercusión de su charla. En ambos videos (adjuntos al final), se encarga de hablar y explicar los mitos que más resuenan hoy en día en torno a lxs pobres. “Son todxs violentxs”, “Tienen muchxs hijxs para cobrar planes”, “Son vagos, no quieren laburar”, “Son todxs chorrxs”, y el más duro: “son pobres porque quieren”.
Lo interesante de su planteo es que no busca desmitificar esos dichos basándose en que son generalizaciones, sino que intenta explicar de dónde surgen. Se encarga de mostrarnos y explicarnos el origen de ese sistema de signos que efectivamente existe en algunos casos y que lxs productorxs de mitos toman para instalar lo que citábamos en el  párrafo anterior. Una de las explicaciones más impactantes es en torno a lxs hijxs: dice que incluso antes de la implementación de la Asignación Universal por Hijo, lxs pobres también tenían familias numerosas. Plantea que tener un/a hijx da una felicidad absoluta, y ese/a hijx es algo que “nunca nadie va a poder sacarte”. Ante tantas carencias, “la gente se desespera cuando ve que los pobres tenemos hijos. Tenemos hijos porque es lo único que podemos tener, tenemos muchos porque encontramos en cada hijo una razón para levantarnos todos los días”, dice Mayra. Y claro, ya no alcanza con nosotrxs queriendo hacerles entender a algunxs que con lo poco que se cobra de AUH lxs pobres no pueden mantener ni a un/a de sus pibxs, y que por lo tanto no tiene sentido decir que tienen hijxs para cobrar un plan. Ahora entendemos que va más allá de lo económico, es ni más ni menos que las ganas de dar y recibir amor cuando no reciben nada. Pero claro, ella reconoce también que la forma de criar a esxs hijxs varía según cada unx, y por supuesto podemos encontrar a quienes no lxs cuidan con ese amor. Es ahí donde esa crianza no tan buena y la cantidad de hijxs se usan como signo mítico para desatar una catarata de prejuicios.
Otra realidad que explica gira en torno a la niñez que se desarrolla en la marginalidad. Cuando sos chicx “no sos consciente de que tus aspiraciones son distintas a la de los niños que no son pobres. Terminás deseando ser cosas que conocés, como por ejemplo dejar la escuela para salir a trabajar (…) seguís reproduciendo los propios mecanismos de la pobreza”. “ ‘Somos vagos, vivimos de planes’. Antes no había planes y éramos iguales. No es lo mismo la pobreza estructural que la pobreza esporádica.  Los que crecemos en la pobreza estructural vamos a la escuela cuando podemos, no nos enseñan a cumplir horarios y lo que no se aprende de chico es difícil incorporarlo de grande. No tenemos incorporado el ritmo laboral.”, explica Arena. Y ahí encontramos las bases de esos mitos que lxs tratan de vagxs, de no laburadorxs, de incumplidorxs. Y éstos a su vez están íntimamente relacionados con aquellos mitos que relacionan pobreza e inseguridad. “Existe un nivel de desesperación que puede volcarse en el delito con tal de comer o satisfacer tus necesidades, pero no es algo que tenga que ver con la pobreza”, “Creemos que la violencia es una forma de vengarse por lo que ellos tienen y vos no, incorporamos erróneamente la idea de que si somos violentos generamos respeto”.
“Son pobres porque quieren”, los culpables siempre son los pobres. Ese es el objetivo de estos mitos: hacernos creer que nada tenemos que ver, que las situaciones particulares son suficiente demostración como para generalizar y meter a todxs en la misma bolsa. “Nadie elige ser pobre (…) No nos escandalizamos por la pobreza. Nos condenan por no ser educados, respetuosos, pero nadie se pregunta si alguna vez recibimos educación o respeto. Se nos juzga por ser fríos, pero nadie se pregunta si recibimos alguna vez amor.” Cuando la falta de empatía no nos deja ver otras realidades, cuando en el afán de querer separarnos, sentirnos distintxs a ellxs, cuando nos comemos el cuento neoliberal de la meritocracia, todos estos mitos se venden como pan caliente y nosotrxs nos quemamos las manos comiendo. Cuando podamos reconocer que ellxs no son lxs culpables y que “el bienestar general nos beneficia a todos”, enojarnos con lxs pobres nos va a parecer tan absurdo como enojarse con una nena que hizo pis en el bidet porque nunca había visto un baño.
En relación al análisis acerca de estos mitos, nos pareció lindo poder compartir una experiencia que vivió Bruno durante el año pasado. Tuvo la suerte de poder pertenecer a una agrupación de jóvenes (“Proyecto Aconcagua”), cuya principal función era “ayudar a la gente que más lo necesita”. Dentro de este proyecto solidario, realizó visitas a comedores, recorridas nocturnas en las que se repartía comida a personas en situación de calle, entre otras actividades. La agrupación realizaba cada año un viaje a una escuelita en Santiago del Estero, en la cual faltaban recursos básicos como agua, luz y comida. Las experiencias que él vivenció como parte del proyecto le permitieron ver un poco más allá de la realidad más superficial que estas personas tienen. Pudo reconocer que, a pesar de todo lo que pasaron, ellxs seguían luchando por una vida mejor, por ser felices, por seguir adelante. Lo que más felicidad le genera es que pudo poner su granito de arena y ayudar a lxs niñxs de Santiago del Estero, a lxs niñxs de los comedores y a quienes necesitaban de un plato de comida y compartir un rato con alguien más. “Ver las sonrisas y los rostros de plena gratitud de esxs chicxs es algo que me llena el corazón y que no lo voy a olvidar nunca”. Creemos que es parte del proceso de destrucción de los mitos involucrarnos con las personas que quedan excluidas, tratar de entender su realidad y entenderlxs a ellxs, sin prejuicios, sin medios de comunicación que interfieran en la información que recibimos, sin ideas hegemónicas que nos atraviesen.

Entrevista para RT en Español: https://www.youtube.com/watch?v=G6_JWA8v7Pc

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