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Derechos: la educación


Los derechos se ponen “legalmente” en juego como protección frente a los estados totalitaristas monárquicos que comenzaban a caer, pero también (incluso en mayor medida) como protección ante las nuevas formas de gobierno que estaban naciendo, a quienes la población le estaba otorgando el control de las fuerzas, de la justicia, el cobro de impuestos, la implementación de leyes, etcétera. Era importante, tras muchos años de ser controladxs por un monarca, cuidar aquellas libertades que les habían sido negadas por tanto tiempo.
Por supuesto, los derechos son conquistas y como tales, surgen como resultado de revoluciones llevadas a cabo por el pueblo. Pero en un primer momento, estas movilizaciones, no provinieron de los sectores sociales más perjudicados, sino de la aristocracia. Poco a poco estas revueltas fueron creciendo y exigiendo derechos que nos competen a todos y no a un grupo de gente. Es por eso que podemos reconocer generaciones de derechos que se ven enmarcadas en las necesidades consideradas “primeras” en cada proceso histórico. A modo de ejemplo, con la declaración de los derechos humanos durante la revolución francesa, los aristócratas ya tenían acceso al trabajo y a la educación, por eso no lo consideraron como un derecho primordial a establecer. En cambio, como temían perder sus propiedades, entre los derechos de primera generación encontramos el derecho a la propiedad privada.



Podemos considerar entonces a los derechos como procesos que dan cuenta de la lucha por una vida digna. Pero estos procesos no son concretos, sino provisorios, ya que constantemente debemos seguir luchando para exigir que se cumplan e incluso, que no se pierdan.
Ahora bien, ¿por qué existen los derechos? Básicamente, son necesarios, porque las sociedades son desiguales. Si bien, como aclara Rinesi “todos los hombres son  iguales, y no es un ‘deberían serlo’” (1), la realidad es que la distribución de medios de producción, riquezas, oportunidades y beneficios es bastante desigual. Por eso se requieren derechos que puedan velar por todxs de igual manera ante esas injusticias. Por este motivo, seguir luchando por nuestros derechos es clave: es importante empoderar a aquellxs que no gozan de sus derechos, apoyar a quienes se ven afectadxs por estas desigualdades.
El Estado es quien debe garantizar el cumplimiento de nuestros derechos y libertades, pero muchas veces es el mismo organismo que los viola. La línea es muy fina y es real que estos derechos humanos son tales en cuanto podemos enunciarlos como derechos, justamente, porque tenemos un estado que nos lo garantiza. Pero como dice Rinesi, “hay que seguir denunciando al Estado como violador de derechos humanos; como disciplinador de sociedades” (2).
Si hay un derecho que nos compete aún más todavía como futurxs docentes, es el derecho a la educación. En la conferencia de Rinesi, él hace hincapié en la idea de que cuando enunciamos la tenencia de un derecho es porque, de hecho, no tenemos acceso a ese derecho cuando sí deberíamos tenerlo. Nadie que pueda comer diría “tengo derecho a comer”, sino que, quien no tiene acceso al alimento, reclama por esa ausencia de derecho. En esta línea, Rinesi plantea la importancia de seguir diciendo que la educación es un derecho humano universal, porque justamente, queremos que así lo sea, ya que aún no lo es. Como docentes tenemos la obligación social de trabajar y luchar para poder alcanzarles ese derecho a quienes les compete.
En este sentido, el desafío del/la docente es enorme, porque somos responsables de que nuestrxs alumnxs puedan, en igualdad de condiciones, acceder a una educación libre y de calidad. Somos la cara visible del Estado que debe garantizar ese derecho, y por eso es que la responsabilidad se vuelve aún más ardua. Como comentamos en clase, hay que tener cuidado a la hora de hablar de esta responsabilidad: es importante entender que, el primer responsable y garante de derechos es el Estado. Como docentes, no podemos solucionar las deficiencias que vienen desde arriba. No nos referimos a no esforzarnos y lavarnos las manos, sino que, desde nuestro compromiso con lxs chicxs, sepamos reconocer qué cuestiones son consecuencia de nuestras acciones directas y cuáles no. La clave es no ser funcional al discurso que plantea que “la educación tiene fallas porque lxs docentes no son buenxs”.


(1)(2) Lic. Rinesi, Eduardo. Conferencia en el 1° Encuentro Nacional de Supervisores. 2014.

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