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La ruta de los agroquímicos


Luego de trabajar con el texto "Educación, identidad y papas fritas baratas" de Apple, llegamos a la conclusión de la importancia que tiene poder reconocer las múltiples relaciones que se encadenan para darnos como resultado un producto o servicio terminado. Generalmente, esas relaciones no están presentes a simple vista y vamos naturalizando eso en todos los aspectos de nuestra realidad. Nos propusimos encontrar alguna cuestión que a simple vista no reconocemos, pero que cuando profundizamos logramos hallarla.

Comprar frutas y verduras en la verdulería que se ubica a la vuelta de tu casa. ¿Cuantas veces fuiste a hacer esa compra? Millones de veces. Pero, ¿nunca te preguntaste de dónde venían esas frutas? ¿Por qué procesos pasaban antes de ser cargadas en el camión que las distribuye? Hoy queremos hablarles del uso de los agroquímicos en la producción de todas esas frutas y verduras que llevamos cada semana a nuestras casas. Las manzanas, las frutillas, las uvas, los duraznos, los tomates cherries, las berenjenas, las cebollas y muchos alimentos más están siendo contaminados por químicos. ¿Te estarás preguntando por qué? Cuando se cosecha una manzana de modo “natural”, ésta está sucia, quizás con algún “defecto” en cuanto a su forma, aroma o gusto y eso no es lo que vende. Como consumidorxs queremos una manzana grande, bien roja, con esa forma prolija y exacta que vemos en las publicidades. Para que eso suceda, las industrias grandes (queremos hacer una diferencia respecto a pequeñxs productorxs) utilizan químicos y pesticidas.
Hagamos un pequeño recorrido hacia atrás: agarramos la manzana más linda del cajón de la verdulería, que se encuentra ahí porque el/la verdulerx decidió comprar ese cajón, cajón que compró probablemente en el Mercado Central, donde el dueñx del puesto lo bajó de un camión, que forma parte de la flota de camiones de una empresa  que cultiva y cosecha hectáreas de manzanas. Hectáreas con tierra modificada con nitrógeno, fósforo y potasio para que la cosecha tenga mejor rendimiento (sin darle importancia  a la parte viva del suelo –el humus-). Hectáreas cultivadas con semillas genéticamente modificadas mediante el uso de otros químicos para obtener manzanas tan lindas como la que tenemos en la mano. Hectáreas bañadas con pesticidas que contaminan el agua, la tierra y, por supuesto, esa manzana tan linda que tu hijx va a comer dentro de un rato. Hectáreas cultivadas y cosechadas por maquinas o por trabajadorxs que trabajan 12 horas al rayo del sol a cambio de un salario miserable. Hectáreas que solo dejan verdaderas ganancias a estas grandes industrias y al negocio (mundial) de los agroquímicos.
Las consecuencias negativas que desprenden directamente de esta cadena son claras. Pero por supuesto hay daños colaterales: lxs pequeñxs productorxs quedan desplazados del mercado, aquellxs que trabajan ese campito que fue de su familia por tres o cuatro generaciones. Sumemos los daños a la salud de lxs habitantes de los pueblos cercanos (adjuntamos una nota de hace unos pocos días confirmando la contaminación por agroquímicos del agua en Pergamino). También, por supuesto, los daños ambientales. Y podríamos hablar también del aumento en los precios de las frutas y verduras: aumento que no se ve reflejado en los sueldos de lxs trabajadorxs de la tierra, pero sí en los bolsillos de lxs empresarixs.
¿Habías pensado alguna vez en todos los engranajes que se mueven para que vos tengas esa manzana tan linda en la cocina de tu casa? ¿Y en todos los daños que ese recorrido produce en vos, en tus vecinos, en el resto del país, en los recursos y en el ambiente?



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